¿Qué hacemos con Boca?

¿Riquelme es el culpable de este momento de Boca?
En este domingo infausto para Boca, al caer 1-0 frente a Huracán, alcanzó la peor serie sin ganar de sus 120 años de vida. Son 11 partidos y la desorientación es total. Como la de Merentiel, quien salió al campo para jugar el segundo tiempo y se asombró al ver su número en el tablero eléctrico de cambios reemplazado por Milton Giménez. Russo había hecho el cambio en el vestuario. Le avisó a Giménez pero se olvidó de decirle al uruguayo, quien al ver que lo sacaban, se fue corriendo hacia el camarín, sin sentarse siquiera en el banco. La anarquía en Boca es absoluta.
Es un momento crítico el que vive la institución xeneize de la Ribera. Alcanzando el máximo número consecutivo de partidos sin ganar en sus 120 años de historia; sufriendo cuatro eliminaciones en los siete primeros meses de 2025 y no participando por segundo año consecutivo de la Copa Libertadores de América.
Son meros indicadores deportivos aunque la causa de los mismos no habría que buscarlas exclusivamente en los campos de juego. Hay un proceso de descomposición interna que asombra, que, afortunadamente al menos por ahora, no haya un correlato en dificultades financieras.
El caso Marcos Rojo en Boca
Casos que abonan el caos en la intimidad hay varios. Por ejemplo, Marcos Rojo, contratado con el objetivo de que fuera un líder dentro y fuera del terreno, y de que finalizara su carrera con la cinta de capitán auriazul en el brazo izquierdo. Nada eso sucede. Juan Román Riquelme, quien lo trajo como una estrella, está tratando de sacárselo de encima de cualquier manera. Por haberle mentido una enfermedad que no tenía y haber faltado a un entrenamiento sabatino después de un viernes demasiado largo.
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Riquelme se enteró del argumento falso por un jugador boquense, de excelentes contactos, muy pero muy estrechos, con el periodismo. El presidente le bajó la orden de apartarlo a Miguel Ángel Russo mientras permanezca en el plantel. Aunque Russo, alarmado por los pésimos rendimientos de su equipo, esté tratando de convencer a Riquelme de indultar al zurdo de La Plata. Es que su suplente, hoy titular, Ayrton Costa, se encuentra cursando el desgarro más largo del mundo, 40 días después de haberlo sufrido. En medio de una vida que también sabe de noches alegres y mañanas tristes.
Russo tiene los minutos contados en el Xeneize

Russo, precisamente, es otro capítulo. Sufriendo, con enorme dignidad, una cruel enfermedad, no da -porque no puede, no porque no quiera- la imagen de líder de vestuario enérgico que necesita como un límite un plantel que no tiene en el rigor profesional el mayor de sus méritos. Es raro porque el promedio de edad es alto, pero los veteranos no derraman sobre los jóvenes un liderazgo positivo, sino todo lo contrario.
En medio del caos y los malos resultados y con sólo un puñado de partidos dirigidos, ya se especula con una eventual salida de Russo. Riquelme, en todo su ciclo de casi 6 años como factótum del fútbol xeneize, tuvo a un único entrenador que se atrevió a desoír sus consejos y opiniones futbolísticas.
Fue Fernando Gago, quien, por ejemplo, no contaba con uno de los favoritos del presidente: Alan Velasco. Pero la eliminación con Alianza Lima y su planteo temeroso y derrotado en el Monumental, terminaron prematuramente su ciclo. Y Riquelme volvió a inclinarse por un DT que “escucha y no desoye”, como Russo. Habrá que ver cuánto resiste. Aunque no se debe subestimar a un hombre que estuvo prácticamente desahuciado en una terapia intensiva de Bogotá, hace seis años y hoy, a sus 69 y con achaques, sigue dando pelea.
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