Racing: ¿Salto de calidad… O salto al vacío?

El presidente de Racing todavía está muy lejos de cumplir sus promesas de campaña
Para los usos y costumbres del fútbol argentino, la derrota de Víctor Blanco en las elecciones del último diciembre en el Racing Club de Avellaneda, resultó verdaderamente insólita. En una década de una gestión impecable, el gran dirigente nacido en España, alcanzó logros muy importantes. El primero, apenas asumido, salvar a la Academia de su segundo descenso. Después, equilibrar una entidad que recibió en ruinas, salvándola de la segunda quiebra. Una cosecha de títulos a nivel local como el club no conocía desde hacía más de 50 años, consiguiendo superar en número de coronaciones nacionales a Independiente, una meta muy valorada por la hinchada albiceleste. Sobre el final de su mandato, Blanco llevó a Racing a su primer título internacional en 36 años.
Pero, sólo un par de semanas después de la vuelta olímpica en Asunción, Blanco cayó en las elecciones -mas allá de ir como candidato a vicepresidente, era su liderazgo lo que estaba en juego- frente a Diego Alberto Milito, ídolo futbolístico y ex manager de Racing. Las palabras mágicas para desalojar al mejor presidente de la Academia desde Santiago Saccol, fueron: “Le voy a dar a Racing un salto de calidad”. Así lo dijo Milito. Y así ganó las elecciones.

La realidad de Milito: ¿un salto de calidad para racing o un retroceso?
A ocho meses de haber asumido, el mayor salto de calidad producido por el presidente fue potabilizar el agua del foso que rodea al campo del estadio Juan Domingo Perón. Antes, según él, ese agua estaba contaminada y hoy se la puede beber sin temores. Casi que se puede dar un salto… desde la tribuna social al foso sin poner en riesgo la vida. Pero no lo votaron para éso. Pese a que está muy bien cuidar la salud de los socios. Se espera otra cosa de él. Y de su Director Deportivo, el despistado Sebastián Saja.
Racing y el empate ante Boca: un partido que dejó mucho que desear
El último sábado en la Bombonera, el Racing Club de Avellaneda ganaba 1-0 hasta el minuto 88, con gol de Solari. Jugando un flojo partido, le alcanzaba para vencer al peor Boca de la historia en materia de partidos sin triunfos. Pero ese Boca ciego, que iba instintivamente para adelante tirando centros y pelotazos, se encontró con la impensada colaboración de Racing que se metió atrás para cuidar energías de cara a su duelo contra Peñarol por la Libertadores.
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Y también con la involuntaria ayuda del colegiado Maximiliano Nicolás “El Androide” Ramírez, quien fue inclinando la cancha hacia Cambeses con el cobro de infracciones tan inexistentes como la del minuto 88, que propició el enésimo centro de Paredes y el cabezazo de Giménez para empatar en el final del clásico. No por el hecho de que El Androide suela jugar picados entre amigos luciendo orgulloso la camiseta de Independiente, se debe pensar mal de él. Todos los árbitros fueron en su infancia hinchas de algún equipo. Quizás la explicación provenga de más arriba.
La relación de Víctor Blanco y Chiqui Tapia
De Claudio Fabián “El Chiqui” Tapia se pueden decir muchas cosas. Laudatorias, como las merece un presidente Campeón del Mundo y Bicampeón de América. Y otras críticas, como el desapego que expresa por la seriedad de las competencias internas. Que se refleja en el caprichoso tirado de líneas del Var en los partidos de Barracas Central. O en la modificación del reglamento de los torneos en pleno transcurso de los mismos y, a veces, cuando sólo faltan un par de fechas para terminarlos. Pero lo que no se puede decir de Chiqui es que no sea amigo de sus amigos.

El presidente de la AFA mantuvo y mantiene una estrecha amistad y un respeto y cariño mutuos con Víctor Blanco. Deseaba su continuidad al frente de la gran institución de Avellaneda. Le duele verlo hoy a su amigo sumido en profunda depresión por lo que asegura es la enorme ingratitud con la que le pagaron los racinguistas.
Blanco fue el encargado de la dirección arbitral por parte de la presidencia de la AFA, con Chiqui atornillado en el sillón mayor. Lo cual no digamos que lo favorecía a Racing en materia de arbitrajes. Pero por lo menos hacía muy difícil que lo perjudicaran. Chiqui desconfía profundamente de Milito. De su cercanía con Fernando Marín, que a su vez es cercano a Mauricio Macri, que a su vez es cercano a Javier Milei, que a su vez es cercano a introducir en el fútbol la ley de Sociedades Anónimas Deportivas, intento profundamente repudiado por Tapia.
Dos más dos son cuatro. ¿Salto de calidad… O salto al vacío?